Es una terapia muy antigua, cuyos registros se encuentran en diversas partes del mundo, incluso nuestras abuelas las utilizaban con asiduidad, para los casos de resfríos o los empachos.
La terapia de aplicación de ventosas tiene en China una larga historia que se remonta a más de 2000 años. Es un método creado y desarrollado por lo trabajadores conformando parte del tratamiento de la MTC. Se hallan datos en obras antiguas, en la dinastía Jin (265-420) ya aparece una obra en la cual se detallan aplicaciones con este método.
También los egipcios la usaron, dejaron constancia escrita de su uso e Hipócrates y Galeno fueron defensores de sus numerosos beneficios. En Europa y América los médicos empezaron a utilizarla a principios del siglo XIX y desde entonces ha venido confirmándose clínicamente lo que la observación había mostrado: la aplicación de ventosas aporta numerosos beneficios para la salud.
La medicina árabe las utiliza desde hace miles de años con registros de innumerables enfermedades tratadas, las llamaban “Hijhama“. Incluso las utilizaban en determinados días del mes respetando los ciclos lunares para obtener mejores efectos terapéuticos.
Las ventosas chinas son esferas de vidrio interiormente huecas (también existen ventosas de plástico o de bambú), con las que se produce la atracción de la sangre hacia la periferia del cuerpo, desatando un proceso antiinflamatorio y tonificante de partes y puntos vitales.
Se trata de un antiguo método terapéutico que se emplea en la Medicina Tradicional China desde hace más de 3.000 años. También los egipcios, los griegos y los romanos dejaron constancia escrita de su uso y de sus múltiples beneficios tanto físicos como psíquicos.
Las Ventosas tradicionales pueden ser de cristal, de bambú, de cerámica o de arcilla. Las ventosas modernas pueden ser de plástico con bomba de aspiración, con pera de goma o magnéticas. Las ventosas modernas se aplican gracias a una bomba de aspiración o pera de goma. Son muy prácticas. En cambio, para aplicar las ventosas tradicionales es necesario quemar una bola de algodón previamente mojado con alcohol en el interior de la ventosa.
La combustión del oxígeno crea un vacio de aire dentro de la ventosa que al colocarla sobre la piel hace que se pegue a ella, que la succione. Esta técnica además de ejercer el efecto de la succión es más efectiva porque el calor del fuego ayuda a que los poros de la piel se abran y así los factores patógenos se eliminen.
Las ventosas se pueden aplicar de varias formas, pueden dejarse retenidas o fijas, pueden quitarse y ponerse rápidamente, pueden moverse una vez aplicadas, se pueden sacudir, girar…Una de las opciones consiste en colocar las ventosas y dejarlas inmóviles sobre la piel entre 10 y 15 minutos.
Otra opción, consiste en hacer deslizar las ventosas por la espalda mientras se mantiene el efecto ventosa. Para ello, antes de colocarlas, se aplica aceite sobre la piel para lubricarla y facilitar los movimientos. Esta segunda opción es tan agradable como un masaje, aunque a veces, llega a dolor.
La aplicación de ventosas fijas habitualmente deja unas marcas circulares en la piel, son hematomas provocados por la succión. La sangre y las toxinas han aflorado a la piel. Estas marcas desaparecen en una semana.
Como una recomendación general, antes de recibir el tratamiento será favorable realizar una comida ligera y con el tiempo suficiente para haber finalizado su digestión.
Como último apunte señalar que, una vez terminada la sesión, es que la succión con sus ventosas deja unas marcas en la piel similares a unas aureolas rojas que permanecen durante algunos días (aprox. 7 días máximos). Sin embargo, cabe señalar que no es una práctica dolorosa en absoluto y, por tanto, se hace muy aconsejable por su alto poder terapéutico y curativo.
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